Esta semana se produjo un quiebre en el .

No se mal entienda. Izquierdistas y derechistas permanecerán aliados para todo lo que sea acumular poder, asegurar que no se les sancione, retroceder en educación, desfondar el sistema de pensiones, favorecer la ilegalidad en el transporte y, peor aún, en la minería, por mencionar algunos temas.

Me refiero a que los izquierdistas del Congreso ya no quieren cargar con ‘el bulto ’ y por eso, en su gran mayoría, han optado por estar en contra del Gabinete. Mucho más importante: los que piden la vacancia presidencial.

Hay muy buenas razones para reclamarles doble estándar a quienes fueron parte del gobierno de Pedro Castillo o lo protegieron, pese a que sus ‘pecados’ fueron mucho peores de los que se le conocen a ella. Pero hay que reconocer que están haciendo un negocio político redondo.

Veamos: virtualmente todos los congresistas aspiran a su estabilidad laboral hasta el 2026 y garantizarla ha sido la razón para darle la confianza al Gabinete Adrianzén y, aún más, para asegurar la permanencia en el cargo de la presidenta.

Siendo así, qué mejor para los izquierdistas que sean los de Fuerza Popular, Alianza para el Progreso y Renovación Popular los que consoliden su desprestigio, haciéndose cargo de sostener a Dina. Mientras ellos, que quieren lo mismo, juegan a ser trasparentes y moralizadores pidiendo vacancia, porque saben que no hay los votos, pero hacerlo les permite salir en los medios diciendo: “La culpa es de ellos”.

Esta es la parte fácil para Dina Boluarte; por ahora, todos ellos la necesitan. Bien domesticada, eso sí. Reclamándole todos los días ser “inútil e incompetente”, eso también. Asustando, además, a sus ministros con censuras y produciendo algunas para hacer creíble su labor fiscalizadora.

Ojo, señora presidenta: la necesitan solo hasta el 29 de julio del 2025, cuando el Congreso ya no puede ser disuelto.

Lo difícil viene ahora con la investigación del fiscal de la Nación. Empezó solo con un Rolex y eso apunta al gobernador de Ayacucho, quien, por cierto, tiene un prontuario que haría la envidia de algunos congresistas. Dicen por allí que ese primer ampay buscan transformarlo en el inocuo regalo de un hombre enamorado.

Pero ya no es tan sencillo, porque, según el fiscal de la Nación, la investigación se ha ampliado e involucra joyas por un valor de US$500.000 y, en paralelo, dos investigaciones sobre posible enriquecimiento indebido como ministra y como presidenta. Parece difícil que pueda salir bien librada.

Mas allá de lo ‘fácilmente’ que se ha asegurado su supervivencia en el cargo y las más bien enormes dificultades para que sus abogados la libren de todo mal, lo que sí es imposible es que pueda lograr revertir el inmenso rechazo que genera.

Ya antes de las crisis, la del ‘sugar daddy’ que de manera fulminante terminó con Alberto Otárola y la inmensamente más dañina de los Rolex, su desaprobación frisaba el 90% en las encuestas.

No va a bajar más, no hay cómo, pero es sencillo pronosticar que el enorme descontento con su gestión la va a acompañar en Palacio hasta el último día y sus varios problemas con la justicia por mucho más tiempo.

Coda: haber escuchado tantos discursos de investidura explicando “la nueva política de gobierno” me ha vuelto escéptico de sus contenidos. Me quedo solo con un tema: lo del plan de austeridad total. “¡No al dispendio! ¡No viajes innecesarios! ¡Contrataciones con perfiles y productos entregables auditados!”. Me pregunto cómo se concilia ese anuncio con el otorgamiento, días antes, de S/50 millones adicionales para gastos corrientes al ya hiperinflado presupuesto del Congreso.

Carlos Basombrío Iglesias es Analista político y experto en temas de seguridad