Mario Saldaña

El arte de tragar sapos es habitual en . Es cierto que hay anfibios de todos los tamaños. Todo depende de la evaluación costo-beneficio que cada político haga para decidir si vale la pena deglutir anuros, con qué frecuencia y de qué dimensiones.

Por ejemplo, el presidente del Consejo de Ministros, lleva la delantera en este muy complicado arte desde que juró. La resaca del escándalo de su antecesor lo persiguió durante los primeros días de su gestión. Luego ha tenido que afrontar, pálido pero sereno, la secuela de denuncias y sospechas sobre su jefa en los temas Rolex, plata del Club Apurímac, auto de Palacio de Gobierno asociado a la fuga de Vladimir Cerrón y cuaderno de ocurrencias de la casa de que desapareció, pero luego apareció en la Vía Expresa.

Sapos de mediano alcance han ingerido también las ministras de Cultura y Desarrollo Agrario, quienes, recurriendo a una práctica cada vez más habitual, buscaron victimizar a la presidenta por su condición de mujer por las denuncias de la prensa. El canciller González-Olaechea, advirtiendo el tamaño del anfibio, prefirió decir: “Yo paso”, y no se sumó a los mismos argumentos.

Casos similares son los que vienen afrontando los titulares de Economía y Finanzas, y Energía y Minas.

Mientras que ha tenido que dar su visto bueno al endeudamiento por S/4.000 millones de parte de la Municipalidad de Lima, , destacado líder del sector minero local, ha dejado pasar (contra todo pronóstico) la derogación del DL 1607 por parte del Congreso, una norma que empoderaba a la PNP para combatir el crimen organizado asociado a la minería ilegal, y que meses atrás el propio Ejecutivo había promovido y defendido.

Si bien en este último caso la decisión del Parlamento fue producto de una insistencia, frente a lo que el Gabinete está desarmado, la gravísima situación que afronta el país por una actividad que representa el 2,5% del PBI y que hoy por hoy es una amenaza mayor que la del narcotráfico ameritaba al menos una norma alternativa del Gobierno para no generar más indefensión contra este flagelo.

¿Cuál es la explicación de la pasividad del MEF y del Minem? Pues, sin duda alguna, el voto de investidura que debe estar discutiéndose la semana que viene en el Legislativo.

A mayor precariedad política, sapos más grandes por tragar sería la conclusión.

Mario Saldaña C. es Periodista