Las conquistas democráticas tienen diversos resultados y manifestaciones. Uno de ellos se conmemora en el Día Internacional del Trabajo. Todos los primero de mayo recordamos al movimiento obrero internacional y la fuerza laboral, ambos liberadores y reivindicadores contra las formas de dominación que se originaron en la segunda mitad del siglo XIX y que perduraron hasta las primeras décadas del siglo XX, consecuencia de un capitalismo inhumano al que luego se le llamó “capitalismo salvaje”. En este tipo de capitalismo, hombres, mujeres, ancianos y niños trabajaban 12 horas o más al día.

Fue en los Estados Unidos donde se originó el (Labor Day). El primero de mayo de 1886, un mayoritario que planteaba en la ciudad de Chicago reducir la jornada de trabajo a ocho horas inició una huelga que fue sangrientamente reprimida por los policías. Hubo muchos muertos y condenados a prisión. En total, cinco ciudadanos fueron sentenciados a muerte: tres periodistas, un tipógrafo y un carpintero, a quienes luego se les llamó los mártires de Chicago. Pero, al final, los ideales de esos mártires y otros trabajadores con sus luchas lograron una serie de conquistas históricas como las ocho horas de trabajo; el seguro contra enfermedades, accidentes de trabajo, invalidez y vejez; la igualdad salarial (que hasta ahora no se cumple en algunos países como el nuestro); el disfrute de vacaciones, bonificaciones, pago en días festivos; y los derechos de asociación sindical y de huelga (que, en el caso nuestro, fueron enérgicamente defendidos en el Congreso de 1922 por los congresistas Luis Miró Quesada de la Guerra y José Matías Manzanilla).

El Comercio en todo momento apoyó las reformas laborales. Tengo en mi biblioteca un diploma de reconocimiento que la CGTP otorgó en 1914 a Óscar Miró Quesada de la Guerra (Racso) “por su constante defensa a favor de la clase trabajadora”.

Con el tiempo, el sindicalismo peruano comenzó a crecer y en 1972 se creó en la ciudad del Cusco una central sindical de maestros que conocemos como la Sutep. Ambas centrales (la Sutep y la CGTP) han cumplido roles importantes a lo largo de la historia política-laboral peruana.

Ahora, en el siglo XXI, en plena era de la globalización, la gran mayoría de los sindicatos se ha debilitado y uno de los empresarios ícono del capitalismo como Waren Buffet tiene plena conciencia de ello cuando dice: “Hay guerra de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la de los ricos, la que está haciendo la guerra, y vamos ganando”. Reconociendo que hay luchas de clases en este siglo, y que la clase trabajadora ha perdido poder de acción y de presión, cabe recordar que los sindicatos contribuyen a las relaciones democráticas entre patrones, obreros y demás trabajadores. Por eso, debemos preservarlos y protegerlos. Para que reine la justicia en las relaciones laborales.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Francisco Miró Quesada Rada es Exdirector de El Comercio